Eran los años en que el grupo de escritores agrupados bajo el nombre de Contemporáneos escribían poesía, ensayo, periodismo. En 1928 surgió entonces un teatro nuevo, experimental, inteligente. Un escenario improvisado donde mandaba el talento. La idea se hizo realidad en algunas lecturas dramatizadas en la casa de la colonia Roma de Antonieta Rivas Mercado. Tiempo después se hicieron algunos montajes en El Cacharro, de la calle de Mesones número 42. La inauguración oficial del Teatro Ulises ocurrió en enero de 1928.
Así como se lo propusieron los escritores del grupo de Contemporáneos, el Teatro Ulises intentaba evadir la visión nacionalista del vasconcelismo e integrarse a la vanguardia. Se proponían, además, actuar, dirigir, diseñar escenografías fueran o no especialistas. Ése fue el camino por el que se conoció a Jean Cocteau, Eugene O’Neill, Lord Dunsany, y fueron representados por primera vez en México. La aventura duró ocho meses, tiempo en el que renovaron las artes escénicas mexicanas, mostraron el teatro de vanguardia y modernizaron el gusto de un pequeño público culto.
Aquellos esfuerzos experimentales siguieron su rumbo hacia la realización de Proteo, una obra de Francisco Monterde, en marzo de 1931, bajo la dirección de Julio Bracho. El lugar del estreno se llamaba Teatro Orientación y estaba en la planta baja de la Secretaría de Educación Pública.