Justo Sierra, San Ildefonso y Loreto tenían otros nombres: Vanegas, Chavarría y Loreto. Estas calles perdían la rectitud del camino y se convertían en una plazuela. Dos edificios próximos le dieron sus primeros nombres, la iglesia de San Gregorio y Santa Teresa, por el convento que se levantó en donde antes hubo un muladar.
Cuenta José María Marroqui que el padre Juan B. Zapa vino de Lombardía con una cabeza de la Santísima Virgen de la casa de Loreto. Al padre Zapa le asignaron parroquia en Tepotzotlán y antes de partir le entregó la cabeza de la santísima al padre Juan María Salvatierra para que le procurara una capilla donde tuviera culto. El padre Salvatierra logró entonces las limosnas para erigir una capilla cerca de la antigua iglesia de San Gregorio. Más tarde se reemplazó por la suntuosa iglesia que llega a nuestros días, obra de Agustín Paz e Ignacio Castera. Así, la plazuela tomó el nombre de Loreto. Corría el año de 1680 en la capital de la Nueva España.
Al avanzar el siglo, una fiebre municipal acabó con casi todas las plazuelas de la ciudad destinándolas a otros usos. La de Loreto se convirtió durante algún tiempo en un mercado de fierro y vidrio. Se inauguró en 1889. El mercado fracasó y la plaza Loreto regresó al origen que le destinaron en el siglo XVI.
Tanto en la esquina nor poniente como en la nor oriente de la plaza, hay dos edificios de la época virreinal muy interesantes, que son parte fundamental de la acotación de la misma.
Ambos parecieran ser, más que casonas solariegas, edificios de los denominados de «Taza y plato» que tenían el comercio y taller artesanal abajo y la vivienda arriba.
Esto lo deduzco por el ritmo y lenguaje de las fachadas, aunque no estoy seguro.
¿Tendrán información de estos dos inmuebles, así como el de la esquina sur poniente, que evidentemente tiene un origen también virrainal pero ya modificado con más niveles en el siglo XX.
Sería muy interesante para entender el contexto de la plaza en forma más completa.
Saludos.