La calle de Gante continúa con el callejón de los Betlemitas y comunica la primera calle de Madero con la primera de Independencia. Esta calle se abrió en el año de 1861, según cuenta José María Marroqui, en terrenos pertenecientes al enorme convento de San Francisco, y desde entonces lleva el nombre del franciscano Fray Pedro de Gante.
Los días de este edificio coinciden con las horas de una ciudad en la cual las mujeres apenas acaban de dejar los polvos de arroz y accedían ahora a la pujante industria cosmética que en cada uno de los rostros femeninos invitaba a hacer de la belleza un ejercicio deliberado y consciente. Propósito no lejano a la voluntad del arquitecto José Luis Cuevas quien, luego de conseguir la prolongación de Gante, levanta el Edison con ganas de hacerlo un hotel de lujo. Por desgracia, los años veinte no resultan propicios para su objetivo, y el inmueble acaba en las manos de la Compañía de Luz —el arquitecto hallará consuelo en dos proyectos que incluyen la urbanización de las colonias Condesa e Hipódromo, así como el nacimiento de Chapultepec Heights, es decir, Las Lomas.
De estos pequeños misterios estaba hecha la vida cotidiana en la Ciudad de México.