Sebastián Lerdo de Tejada murió el 21 de abril de 1889 en la residencia Lennox House de la ciudad de Nueva York, a los sesenta y seis años de edad. Había dejado atrás los años de su presidencia (1872-1876), conocidos como la República Restaurada. En la casa en la cual vivió en la calle de Madero, Lerdo planeó su reelección, mientras enfrentaba la revolución tuxtepecana que encabezaba Porfirio Díaz.
A finales del año de 1876, Lerdo de Tejada sale de su casa, envuelto en la oscuridad de la noche, rumbo a Acapulco; luego viajó hacia Panamá y siguió viaje rumbo a Nueva York. Había cumplido cincuenta y tres años. En sus Memorias puede leerse, en el día 27 de noviembre, la última estampa que vio del país que había gobernado: «Amanecimos en las alturas que forman el Valle de México. El carruaje se detuvo: por un lado salté yo a tierra, por el otro el señor Romero Rubio y Juan José Baz; la atmósfera resinosa de los pinos me hacía mucho bien a los pulmones. El lago de Texcoco a nuestra derecha, herido por los primeros rayos, resplandecía, centelleaba; más allá, los volcanes dejaban ver sus nieves eternas medio veladas por jirones de nubes. Más acá se distinguían las planicies desiertas de San Lázaro y allá, en el Oeste, surgía la capital, apenas visible por la niebla que flotaba sobre ella».