El año de 1994, la Casa de las Sirenas fue restaurada y convertida desde entonces en restorán. Aún puede reconocerse en sus interiores la casa modelo de la clase media de la época. La disposición interior de las nuevas casas de la Nueva España resultaba semejante a la de las casas andaluza o castellana. Tenían un patio central bordeado en tres o cuatro de sus lados por corredores en dos niveles. Las habitaciones se distribuían en lo alto del edificio y los locales destinados a servicios, a la habitación de los esclavos y de la servidumbre se localizaban en el nivel inferior. En el friso del segundo piso de la Casa de las Sirenas puede leerse: «Viva la Pureza de Santísima. Año de 1754» y en sus extremos rematan dos sirenas.
Cuenta Luis González de Obregón que hasta antes del virreinato del segundo conde de Revillagigedo, las calles de la ciudad guardaban un aspecto asqueroso; se veían siempre encharcadas con aguas sucias y pestilentes, desempedradas, sin aceras o banquetas, casi a oscuras en los siglos XVI y XVII, y apenas alumbradas en el siglo XVIII.