Un raro e improvisado mercado era el Callejón del Espíritu Santo, una calle de agua, un mercado flotante. En el año de 1539, los vecinos quisieron cerrar la acequia para evitar el escándalo del mercado, pero el Ayuntamiento les negó el permiso de la clausura. En 1753 se le cegó por completó. Antes, el Callejón del Espíritu Santo, hoy Motolinía, era más ancho, pero al cegarlo, algunas casas obtuvieron permiso para extenderse.
En la esquina con la calle de San Francisco se alzaba la gran casa de los marqueses de Prado Alegre.
Mucho tiempo después, en este callejón se estableció la tortería de Armando Martínez: Las Tortas del Espíritu Santo. Era en el número 38 donde se preparaba el legendario bocado. Escribe Valle Arizpe: «México entero conoció la riqueza de las tortas de Armando. ¿Quién que es mexicano no las ha comido, gozándolas con largo paladeo? Rápidamente se extendió la fama de este hombre por toda la ciudad en donde tuvo inhábiles imitadores. Armando era algo especial y típico de México».
Felicidades, es buenísima idea, muy interesante.